Al estar documentadas antes que las siguiriyas y las
soleares, y formar parte junto a polos, cañas o serranas del repertorio de
Silverio, lo podemos considerar uno de los palos más antiguos, anclado en el
interín entre lo preflamenco y lo protoflamenco.
Aunque se han dado multitud de posibles orígenes, todos
ellos muy elucubrativos, lo cierto es que se trata de un canto perteneciente al
Son mexicano y recibe su nombre de la región del Petén, a caballo entre México
y Guatamala, de donde sería originaria la mujer fatal que protagoniza sus
historias, frecuentemente denominada también la Sirena. El Son nace de la
incorporación a la música española colonial de elementos temáticos e
interpretativos de la cultura indígena. La petenera pertenece a la rama huasteca-huapanga
del Son y se caracteriza por su ritmo hemiólico, su armonización en Mi Frigio
con inflexiones al Modo Mayor y su estructuración alterna en coplas y
ritornellos al igual que el fandango, y aunque su aire es vivo en la
interpretación, en la temática predomina una atmósfera fatalista. El presunto
mal fario de insondables raíces gitanas que muchos le atribuyeron no era sino
un elemento original de este canto caribeño...
PETENERA HUASTECA
Dado que el Son nace de una implantación hispana en suelo
indígena, cabría especular cuántos de esos parentescos que la entroncarían con
la música judía y/o el romance,
pudieron ser llevados a América, pero lo cierto es que la petenera está
documentada en México como mínimo desde 1803, siendo mucho más probable que los
parecidos se deban a la ascendencia común reciente entre la música a ambos
lados del Charco que a herencias ancestrales. Téngase en cuenta en todo momento
que lo sefardí no deja de ser hispano, que el romance es hispano, que la música
colonial de los siglos XVII-XVIII es hispana, y que por tanto sería natural que
se diesen fenómenos de convergencia entre manifestaciones musicales de un mismo
lenguaje musical.
Aún así, el añadir más luz sobre las fuentes termina de
despejar todas las dudas. Y es que las noticias más antiguas en esta orilla la
sitúan en Cádiz en la década de 1820, anunciada como "petenera nueva
americana" y dos décadas más tarde Estébanez Calderón incide de nuevo en
su carácter novedoso, describiéndolas como un baile más vivo que la seguidilla
pero de melodía y letra melancólica. A buen seguro la petenera flamenca sería
una evolución musical andaluza más de un aire procedente de América, tal y como
ha sucedido con la mayoría de los palos en uno u otro momento. Todo un siglo de
oscuridad documental y de tradición oral ha podido difuminar sus orígenes y
distorsionar su transmisión.
Tomemos como ejemplo el Romance de la Monja de el Negro del
Puerto, cuyo patrón melódico es similar a la petenera:
ROMANCE - El Negro del Puerto
¿Y qué decir del supuesto parentesco con formas del Rebetiko
en los Balcanes?
Tenemos que este género musical, equivalente en aquella región al tango, el blues o el flamenco, nace unos cien años después de que la petenera llegara a Cádiz, con la llegada de griegos expulsados desde Turquía. Aunque muchos de ellos sean sefardíes, el grueso de la música se encuadra en los modos musicales del mediterráneo oriental, fundamentalmente de Asia Menor, sin más parentesco con la música hispana que el origen mediterráneo común de los modos griegos... Tras una fase inicial plenamente underground el final de la segunda guerra mundial trae influencias occidentales de modo que nace el llamado Arjontorebetiko, que incorpora patrones melódicos de canciones populares de todo tipo, algunas extranjeras. ¿Qué posibilidades hay de que dos comunidades conservasen durante quinientos años patrones rítmico-armónicos no habiendo conservado el mismo lenguaje musical? Sin duda mucho menos que la incorporación a lo largo del siglo XX de una melodía popular aún en México o España.
Extracto de la película "REBETIKO" de Kostas Ferris
Tenemos que este género musical, equivalente en aquella región al tango, el blues o el flamenco, nace unos cien años después de que la petenera llegara a Cádiz, con la llegada de griegos expulsados desde Turquía. Aunque muchos de ellos sean sefardíes, el grueso de la música se encuadra en los modos musicales del mediterráneo oriental, fundamentalmente de Asia Menor, sin más parentesco con la música hispana que el origen mediterráneo común de los modos griegos... Tras una fase inicial plenamente underground el final de la segunda guerra mundial trae influencias occidentales de modo que nace el llamado Arjontorebetiko, que incorpora patrones melódicos de canciones populares de todo tipo, algunas extranjeras. ¿Qué posibilidades hay de que dos comunidades conservasen durante quinientos años patrones rítmico-armónicos no habiendo conservado el mismo lenguaje musical? Sin duda mucho menos que la incorporación a lo largo del siglo XX de una melodía popular aún en México o España.
Lo cierto es que el fandango dejó por toda América vástagos
y herederos: El Polo margariteño, el Joropo venezolano-colombiano, la Marinera
de las costas del Perú, el Fandango jarocho o la Lloroncita en México... Del
mismo modo que las formas generales del arte Barroco tuvieron en las colonias
más larga vida y fuerza que en España, también las formas musicales de origen
hispano se mantuvieron mejor conservadas y más prolongadamente vivas que en
nuestro país, quien al fin y al cabo estaba más sujeto a las modas europeas. El
aire interpretativo de la petenera mexicana, tan similar a los verdiales que
son los fandangos españoles más arcaizantes, y el patrón melódico del violín
huasteco, que casi reproduce punto por punto la melodía típica de la guitarra
en la petenera flamenca, debería ser suficiente incluso para el oído profano.
PETENERA HUASTECA - Solo de violín
Ya vimos que en la década de 1820 se interpretaba en Cádiz y
que en las dos décadas siguientes se afinca en Sevilla, pero será en el último
tercio de siglo cuando su aire indiano va a mutar en una versión flamenca de la
mano de Medina el Viejo y consta que Silverio realizó un crossover llamado
soleá-petenera que se ha transmitido de manera muy desdibujada. Las peteneras
de las grabaciones más antiguas, las peteneras populares conservadas como
cantos de labor, el Paño Moruno y el Punto de la Habana muestran todos ellos
una estructura melódica similar, detalle este que ya testimonia Rodríguez Marín
a finales del XIX.
En origen su acompañamiento es tonal en La menor, con
dominante en el V grado, de modo que la cadencia andaluza se construía sobre
los grados I-VII-VI-V aunque con el tiempo ese aflamencamiento la irá
trasportando a Mi Frigio, llevando la cadencia a la más típica flamenca de
IV-II-II-I . El ritmo es alterno entre 6x8 y 3x4 aunque el aflamencamiento
conducirá a que la voz se libere del corsé y tienda a manifestarse en modo
libre entre ritornellos. Al igual que otros palos, se recurre a la repetición
de versos para cuadrar los tercios, recurriendo a interjecciones como
"Madre de mi corazón", un elemento que ya se da en la petenera mexicana.
En las grabaciones antiguas se detectan basicamente dos
variantes. La primera sería la petenera larga de Medina el Viejo, de estructura
estrófica similar a la original mexicana, grabada por el Mochuelo a principios
del siglo XX. En estas primitivas versiones registradas se conserva aún el aire
bailable e incluso el acompañamiento de palillos y esta modalidad es la que
tomará Pastora Pavón para engrandecerla y sublimarla, convirtiéndolo en uno de
los cantes flamencos más graves y de más difícil ejecutoria. La suma de versos
repetidos, de interjecciones y ritornellos acaban llevando el número de frases
musicales hasta a diez.
PETENERA - El Mochuelo
La segunda la grabó la Rubia en 1903, también con aire bailable y un ritornello entre copla y copla que ocupa dos frases y que resulta poco flamenco, con un giro a Do característico del del fandango que bien pudiera ser de origen académico pues era un baile habitual en la Escuela Bolera.
PETENERA - La Rubia
Hay una tercera variante que sería la petenera corta de
Medina, rítmicamente más ajustada al acompañamiento a guitarra y aunque
presumiblemente tomase como base una versión original de este cantaor es muy
probable que la versión superviviente fuese obra de Antonio Chacón quien no la
llegó a grabar. Supuestamente sería Perico el del Lunar, último guitarrista del
cantaor jerezano, quien operaría como agente de transmisión hasta Rafael Romero
quien la grabaría en 1954 en la Antología Hispavox. El marcado compás de su
acompañamiento y la sencillez de su ejecución vocal lo aproximan más a los
cantes de labor y probablemente esta sería la base sobre la que el padre de El
Negro para cantar el Romance de la Monja a la Fuerza.
PETENERA - Rafael Romero
No hay comentarios:
Publicar un comentario