ORÍGENES DE LAS ALEGRÍAS
Existe la tradición romántica que relaciona las Alegrías de
Cádiz y la Jota aragonesa al socaire de la Guerra de la Independencia. El
eslabón perdido en esta evolución sería la Jota de Cádiz la cual se pondría de
moda durante el cerco y algunas de cuyas letras habrían sobrevivido en cantiñas
flamencas. Esta información procede única y exclusivamente de la tradición oral
y no está documentada. Tomando como comparación la evolución de las
características musicales de otros palos todo apunta a que no terminan de
conformarse hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Es cierto que hay similitudes entre ambos estilos musicales
pero hay que tener en cuenta que la jota no es exclusiva de Aragón y cabe la
posibilidad de que la supuesta Jota de Cádiz, más que una emanación de la
aragonesa podría ser una variante hija de un ascendiente común, y también
pudiera ser que aquella no fuese sino una simple jota aragonesa con letras
referidas a Cádiz.
Dentro de la Jota debemos distinguir música, de baile. El
baile, que es el que le da nombre, podría remontarse a los siglos XV-XVI y las
diversas etimologías que se proponen vienen a relacionarla con el acto de
bailar o saltar en una u otra lengua peninsular. Para la música en cambio
debemos conformarnos con las fuentes que se remontan al Barroco, a principios
del XVIII como el Libro de Diferentes Cifras para Guitarra o las obras de
Santiago de Murcia. Podrá parecer que resulta algo arbitrario separar un baile
de la música con la que se ejecuta pero de toda la estructura de una pieza
musical basta con mantener el ritmo y el tempo de ese ritmo para que el baile
no se sienta afectado.
JOTA JAROCHA- Santiago de Murcia
En estas primitivas jotas barrocas observamos
características musicales que resultan próximas a las cantiñas, como podría ser
el primitivo ritmo de 3x4 o la armonización en el Modo Mayor.
Varias décadas después de estas fuentes y antes de la Guerra
de la Independencia se documenta un Fandanguito de Cádiz que también está
relacionado musicalmente con las alegrías y cantiñas. La ausencia de
testimonios musicales sobre la Jota de Cádiz
y las referencias anteriores al Fandanguito podrían conducir a
considerar que al cantarse éste con las letras del momento se le hubiese
rebautizado con el nombre de aquella. Esto resulta muy recurrente en lo
protoflamenco, el renombrar estilos con nombres que los alejan de su origen.
La transcripción más antigua del Fandanguito de Cádiz se
remonta a 1780 y en su análisis musical muestra semejanzas no sólo con la jota
o las alegrías sino también con bailes negros como el Zarambeque o el Cumbé. La
parte vocal canta una estrofa de cuatro versos octosílabos al que se suma un
estribillo de ocho versos hexasílabos; dicho armazón lírico resulta muy
sugerente si lo comparamos con las cantiñas posteriores. La melodía se
desenvuelve en Modo Mayor o en modo Jonio. Como particularidad decir que la
letra superviviente nos habla de Extremadura...
Dado que jota y fandango están bien diferenciados a
principios del XVIII y que el fandango de Cádiz se documenta ya a finales de
ese siglo, las semejanzas entre jotas, fandangos gaditanos y cantiñas debe
remontarse a períodos anteriores a 1808 y no es de descartar que más que una
influencia de unos sobre otros las semejanzas se basen en una ascendencia
común.
El Flamenco es hijo de su tiempo y se gestó en pleno
romanticismo, sirviendo incluso como vector de conservación de éste. El triunfo
del majismo y lo castizo en los escenarios tuvo al cerco de Cádiz como uno de
sus temas predilectos en una época donde la tácita de plata se sumía en la
decadencia económica, de modo que desde un lado y otro se reforzó esa tradición
heroica que tendría su reflejo en las letras de las cantiñas, aunque en los
años en que Demófilo informa no debía estar tan presente cuando el folklorista
sevillano no lo menciona.
Sobre la base del fandanguito de Cádiz y su incipiente
hemiolia se iría cuadrando un ritmo más estable y bailable que diese cabida a
coplas y juguetillos en época protoflamenca. Ya vimos que en su versión de 1780
se combinan distintas estructuras estróficas lo cual suele ser indicio de
predominio de lo dancístico.
CARACTERÍSTICAS MUSICALES DE LAS CANTIÑAS
Las alegrías poseen un ritmo similar al de las soleares,
aunque hay indicios para pensar que más bien es el contrario: Rafael Marín
menciona que el baile de soleares emana de los movimientos de las alegrías por
lo que no resultaría extraño que éstas cuadrasen su ritmo hemiólico antes.
Dicho ritmo se mantiene además en el mismo tempo que el de las soleares al
menos hasta las primeras grabaciones.
Son cantes tonales, en el Modo Mayor, y las variantes se
establecen en función de las líneas melódicas que pueden ser de origen diverso.
Este fenómeno es típico tanto de lo preflamenco como del flamenco moderno;
sucede con las jácaras y fandangos, que sobre un mismo patrón compositivo
incorporaban coplas de distinta procedencia, a veces importando la melodía, y
sucede modernamente con las bulerías, donde cualquier copla o canción es
susceptible de ser cuadrada conforme el exigente compás de aquellas.
Es por ello que las estrofas poéticas de las cantiñas
difieren mucho tanto entre ellas como dentro de ellas, alternándose cuartetas
romanceadas, quintillas, y muchos versos de arte menor, aunque por lo general
la rima es asonantada. En el caso de las Alegrías, el palo central del grupo y
el origen del patrón compositivo en el que se asientan las demás, la
composición estrófica es más estable con cuartetas de ocho versos.
MÁS ALLÁ DE LAS ALEGRÍAS: REPERTORIO DE CANTIÑAS
En primer lugar podríamos hablar de las Cantiñas en sentido
estricto. Suelen tener estrofa de seguidilla y se utilizan como remate. Dentro
de éstas se encuentran los Juguetillos, de versos más cortos de temática
jocosa. Se cantan rematando una tanda de cantes, casi siempre acelerando el
tempo.
Al igual que las anteriores la Romera se suele caracterizar
por ser interpretada con un tempo más rápido que las alegrías y su nombre
procede de una copla que es utilizada como patrón para entonar el cante, el
cual posee su melodía característica.
Más complejo resulta el Mirabrás, el cual es en sí mismo un
fósil musical que ejemplifica el modo en el que en el período protoflamenco se
fueron adjuntando melodías a los patrones interpretativos de los cantaores. Su
nombre procede de un verso recurrente que se intercala en las coplas "con
el Mirabrás y anda" aunque el origen de la palabra en sí resulta oscura,
probablemente la deformación irreconocible de dos palabras o de algún término o
nombre extranjero.
Se estructura en tres partes habitualmente. La primera es
una copla de verso irregular y de contenido revolucionario, muy de la época que
lo vería nacer; aunque lo flamenco en sentido estricto es un fenómeno musical
de la segunda mitad del XIX, es frecuente que incorpore elementos populares anteriores.
A continuación se exponen una serie de juguetillos de distinta melodía, verso y
temática; esta ruptura es algo muy propio de lo flamenco en sus inicios antes
de que se establecieran los cánones interpretativos modernos donde se suele dar
prioridad a la semejanza estrófica (polos/soleares, serranas/livianas, etc). El
final de la copla es el pregón de la Frutera, procedente de la zarzuela
"El Tio Caniyitas", de 1849, aunque añadido mucho después, acaso por
Don Antonio Chacón, precisamente uno de los mayores responsables de esos
cánones modernos.
El Mirabrás es más importante por lo que no muestra que por
lo que muestra y es que cabe suponer que décadas antes de las grabaciones
hubiese docenas de composiciones similares que incorporasen al patrón de las
alegrías todo tipo de coplas ya perdidas para siempre.
Otro ejemplo de lo anterior sería el cante por Caracoles,
que también posee una estructura ternaria. En su caso la primera parte son unas
seguidillas del siglo XIX ejecutadas dentro del compás de las alegrías, pero
conservando melodía y repeticiones de versos; su temática alude al segundo
tercio del XIX. A continuación viene el interludio típico de juguetillos y la
tercera parte es nuevamente un pregón que le da nombre al cante y el cual reúne
elementos melódicos y estróficos de tres coplas orígenes distintos: La zarzuela
Geroma la Castañera de 1844, el Pregón de la Castañera de 1847 y la canción la
Caracolera de 1876.
Aunque las versiones conocidas de Caracoles y Mirabrás
serían obra de Chacón, la tradición atribuye a Tio José el Granaino la
intruducción en los cafés cantantes de las coplas y pregones que lo conforman.
CANTIÑAS - Manuel Torre
CARACOLES - Antonio Chacón
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